Disclaimer: la serie de naruto es propiedad de Masashi Kishimoto. Esto es de fans para fans sin fines de lucro.
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Tenedor.
Blancas y negras. Otelo.
Mueve su ficha arrinconándolo. Sonríe. Deidara hace una mueca mientras mira el tablero, analizando, en busca de una buena jugada.
Monocromo. Predecible.
Un nuevo movimiento por el lado contrario, la misma estrategia de antes por su parte y una encantadora expresión de enfado en el rostro del menor como resultado.
—¿Aun quieres continuar?—pregunta con sorna. Por respuesta recibe una fulminante mirada azul y el claro intento de gritarle.
Otelo. En donde todo está cuidadosamente distribuido y la meta es claramente visible.
[Si la vida fuera exactamente como el Otelo, sin matices grises, todo sería más sencillo.]
Su vista alcanzó a la del rubio.
[Si el amor lo fuera…]
—Tch, no puedo concentrarme si me miras de ese modo, uhn.—se excusa pobremente con molestia, al tiempo en que el rubor aflora en su cara. Madara sólo sonríe y cierra los ojos.
Pero nada es como un juego de mesa. La realidad es más parecida a un camino de opciones múltiples. De prueba y error. En donde nunca se tiene la certeza de nada.
—¡I-Idiota! ¿Qué crees que haces, uhn?
¿Qué hace?
Eso es algo que se ha preguntado de un tiempo a la fecha. Ríe suavemente. No lo sabe. Pero está bien para él dejar las cosas como están. Lo escucha quejarse y sus labios se curvan aún más.
Otelo es un juego en donde la lógica es primordial. Un tablero. Fichas blancas y negras.
[Si la vida fuera exactamente como el Otelo, sin matices grises, todo sería más sencillo.]
Abre los ojos.
[Pero no lo es.]
Observa al rubio y la gama de colores no parece más un problema.
—No me agrada el Otelo—dice inclinándose sobre él y en el proceso, atrapando una de sus manos—. Juguemos a
algo distinto.
Deidara se ruboriza y antes de poder replicar, sus labios ya han sido cubiertos por los de él. La cálida sensación recubierta de calma al besarlo, es el tenedor que lo ha hecho tragarse sus antigüos deseos.
Fin.
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Notas de la autora: Ya que Madara es ese tipo de persona que calcula y planea todo con anticipación (eso creo yo y entiendo en el manga), no se me hizo extraño que deseara que el mundo fuera como un juego de estrategia. Pero claro, que al descubrir a Dei y caer en su red (y él hábilmente hacerlo caer en la suya), su forma de pensar cambió. Porque en el tablero del amor nada puede ser blanco o negro.