I will come back!
Y he aquí el segundo capitulo!
Personalmente, me pareció de relleno y creo que me especialize en mostrar aún más cruel a Alexandra, pero bueno... el próximo cap. es la violación, así que necesitaba algo para pasar el tiempo! No se me quejen! Disfruten, por favor... o al menos intentelo...
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Y en ese momento, Madara vio por primera vez esos ojos azules.
—¡Mada-sensei, reacciona! ¡Uno de ellos se escapa!—un golpe en su brazo lo hizo volver a la realidad. El mismo muchacho de ojos azules que lo había dejado en ese estado corría por las escaleras directo a la terraza, con su alumna pisandole los talones y blandiendo su látigo (a lo tipo Gatubela, XD).
—
¡Él no!—fue lo primero que su mente logró articular. Sin darse cuenta, ya estaba detrás de ambos.
La puerta de la azotea estaba despedazada, clara señal del paso de la chica. Se detuvó al llegar y observó el paisaje. La peliazul estaba a unos metros, corriendo detrás de su fugitivo, que ahora veía que era rubio. Volvió a perseguirlos, sin apartar los ojos de la espalda del muchacho.
Un latigazo y la nazi había ganado la carrera.
—¡Alexandra, no lo lastimes!—le gritó cuando ya había levantado su arma.
—¿Sensei?...
—¡Hitler-sama te regañara si matas a uno de estos! ¡Lo necesitamos vivo!
—Se pospone tu sentencia, chico—lo esposó y comenzó a llevarlo.
—
No entiendo... ¿Por qué le dije que no lo lastimara?... ...
—¡Por haber encontrado a esos cerdos!—los siete levantaron las copas y brindaron.
Estaban de fiesta en la sala privada, celebrando su victoria.
La ojipúrpura se detuvó sobre su maestro, apartado y con la mirada perdida en el suelo. Se acercó con dos jarras de sake y le puso una en la mano.
—¡Alegrate, sensei!
—Alexandra...
—¿Sí, sensei?
—¿Cuándo nos ordenaron interrogar a los prisioneros?
—Mañana. Hay un montón.
—¿Tienes la lista?
—Sí, sensei—le alcanzó una hoja de papel. Tenía los nombres y junto a cada uno la foto del nombrado.
Uchiha Sasuke
Uzumaki Naruto
Hyyuga Hinata
Hyyuga Neji
Rock Lee
Inuzuka Kiba
Aburame Shino Y la lista continuaba, pero se dirigió hasta casi el final y encontró la cara que desde esa misma mañana le producía algo.
La foto de un chico de no más de 19 años, quizá la misma edad que su alumna, con el cabello rubio y los ojos azules. Por su aspecto, se lo podía confundir con una chica. El flequillo le tapaba el ojo izquierdo.
"Deidara..."
Ese nombre acababa de quedarsele encajado en la memoria para siempre.
—¿Mada-sensei, está bien?
—¿Ah? ¡Ah, claro! ¿Dónde dejaste la jarra?—la del parche sonrió y le alcanzó el recipiente.
...
—¡Alexandra Van Doom, último llamado para el desayuno!—su cara adormecida apareció en la puerta.
—Ya voy, ya voy...—se sentó en la mesa y apoyó la cara, mientras buscaba la taza. La encontró y enterró la nariz en ella.
—¿Qué estuviste haciendo anoche?
—Planificando torturas, afilando el látigo, lustrando los pinchos de mis botas... actividades normales, sensei.
—
¿Eso es normal? Alexandra, hoy interrogamos a Sasuke y a Uzumaki Naruto.
—¿Crees que Sasuke-kun se ponga un poco más contento cuándo vea que lo vamos a interrogar junto a su noviecito?
—Alexandra, no empieces—le pidió el Uchiha menor.
—Ay, Itachi, tampoco es que sea gran novedad la inclinación sexual de tu hermano, que todos ustedes...—tres pares de manos salieron disparadas a taparle la boca.
—¡¿Acaso quieres que nos maten, idiota?!—le siseó el pelirojo. Movió energetica y negativamente la cabeza.
—¡Pues entonces, cierra el enorme pico de cuervo que tienes o Jashin-sama te castigara!—asintió y pudo volver a respirar con normalidad.
—Uf, ¿tan malo es que lo descubran? Es sólo un secreto...
—Sería tan malo para nosotros que lo descubran como que descubran el tuyo, así que la boquita cerrada, ¿ein?
—Hai, sensei.
...
—Uchiha Sasuke-kun... ¡Ya veo por que eres tan popular entre las perras de la Resistencia!—le pellizcó una de las mejillas y luego lo abofeteó, mientras soltaba una risa sádica.
Que le pusieran resistencia a sus torturas era algo nuevo... y divertido.
—Bueno, como casi todas las personas con las que utilizó estos métodos siempre confesaron llegados a este punto, creo que llego la hora de experimentar con mano de hierro...—abrió un maletín y sacó una vara larga de hierro, en cuyo extremo había un círculo.
Lo acercó a la chimenea y lo dejó sobre las llamas. Mientras tanto, lo agarró del cuello de la camisa y se la desgarró. Se colocó los guantes de cuero especial y levantó el pedazo de hierro.
—Bueno, bueno... ¿Dónde te marco primero? ¿La espalda, el pecho, el abdomen...?
—¡No voy a decir nada!
—¿Ah, no?...—cuestionó, ladeando la cabeza y poniendo una expresión inocente—. Está bien—se dió la vuelta—. Quizá Naruto-kun pueda ayudarme...—se acercó al rubio amordazado.
Ya estaba por presionar sobre su frente.
—¡Está bien, está bien, confesare, pero alejate de Naruto!—enderezó la espalda.
—Hum... el amor es un sentimiento extraño, ¿eh? ¡Bien, habla o juro que no vas a poder reconocerlo cuando termine con él!
...
—No hay caso. Tres más a las cámaras—cerró de un portazo. No sabía donde se había metido su alumna y estaba a tope con la interrogación, los papeles y todo lo demás. Observó que ya era de noche mediante los cristales.
Se acarició los ojos y decidió que seguiría el día siguiente. Se le partía la cabeza de dolor. Tachó los nombres de la lista y se prometió que su alumna estaría con él.
—Aunque nunca lo admitire en voz alta, ella es buena con esto. Lo mío no es sacarle información a la gente.
Se arrojó sobre su cama, pero apenas cerró los ojos para sumergirse en los brazos de Morfeo, la cara de ese chico se le apareció en la mente. Golpeó la almohada, frustado.
—¡¿Qué carajo me está pasando?!—se cuestionó.
Se revolvió pesadamente entre las sábanas. Maldito insomnio.
Se levantó y se dirigió a la habitación continua.
—Debí haberme puesto algo, es la última vez que salgo en boxers por los pasillos en pleno invierno...—la puerta se abrió, dejando paso a la ojipúrpura.
—¿Qué pasa, sensei?
—Insomnio y dolor de cabeza.
—Por tomar tanto café, sensei. No, era broma.
—Alexandra, me estoy muriendo de frío.
—¿Qué? ¿Por qué...? Ah—se le quedó mirando—. ¿Te vas a dormir con los boxers que te regale?
—¡Alexandra Van Doom!
—Ok, ok. Sólo tomate un par de esas pastillas que te dejan grogui y listo.
—¿Estás diciendome que me automedique?
—Tampoco te estoy diciendo que te tomes un paquete de pastillas anticonceptivas o algo por el estilo...
—A-le-xan-dra...
—Dah, ok. En serio, no más de tres pastillas y vas a dormir como un bebé.
—Gracias—volvió a su cama y buscó en el pequeño cajón de la mesita de noche. Se tragó las tres pastillas y se arropó con la sábana.
Mientras tanto, en la habitación de la chica, levantó los cristales de la ventana y dejó que el viento le acariciara la cara.
—No creí que Mada-sensei pudiera tener insomnio, que cosa... los humanos son tan extraños...—se desprendió del parche y se masajeó suavemente esa zona.
...
La luz del sol impactó directo en sus ojos. Se cubrió con una mano y buscó la cortina. La deslizó y siguió durmiendo.
—¡Sensei, arriba!—el cuerpo de su alumna impactando contra su estómago lo dejo sin aire.
—Alexandra... me ahogo...—se deslizó hasta el borde de la cama y allí se quedó, en silencio. Un silencio corto.
—Sensei, hoy toca interrogación otra vez, ¿no?
—Sí, ayer no pude sacar nada.
—¡Eso es por que no tenías a la fabelhaft Alexandra a tu lado!
—A próposito, ¿qué hacías mientras yo interrogaba? Tú no sueles perdertelos a menos que sea algo muy importante.
—Hum... tuve cierto problema con... mi ojito sensible—señaló su parche—.
Mentirosa, mentirosa, mentirosa...—la acusó su mente.
—Ah, ok. Ve preparando el desayuno, ¿sí?—la empujó con el pie.
—Tsk, ok.
...
Tenía que ser un sueño. Seguro que lo era. Posiblemente pronto escucharía la voz de su alumna gritandole y su cuerpo aplastandolo.
Tenía que ser un sueño. No, no un sueño. Sólo sería una pesadilla pasajera.
—¿Por qué todas las desgracias me tocan hoy a mí?—había una poderosa razón para llamarlo desgracia. Mejor dicho, varias.
Primero, su estudiante había caído con un dolor de cabeza impresionante que le había gritado que no quería saber nada de torturas.
Segundo, no había nadie más para hacer equipo con él para las interrogaciones.
Tercero, y lo más importante, le tocaba interrogarlo a él.
Ese muchacho de cabellera dorada, ojos azules y piél pálida que no lo dejaba dormir, de nombre Deidara.
Era una desgracia.
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Próximo cap: Madara le arranca la virginidad a Dei!
Para tomatazos y/o asesinatos, por favor mandar una solicitud a Alexandra, que ya tiene preparada una caja de tomates para tirarme... por no hablar de la pistola...