Disclaimer: Los personajes de “Naruto” aquí usados son de ese tío Japonés, que a veces puede llegar a ser muy molesto y jodernos parejas que nos agradan.
Otro Disclaimer(?)
: Maeko y la caracterización del Señor bump-bump chan son propiedad de Viko. Kinyami y Shizuko son de mi propiedad.
Advertencias: Creo que al estar en este foro, ni tendría que advertir el shönen-ai ni la relación entre hombres, pero aún así, ¡Yaoi para el que pida!
Parejas: MadaDei (
duh); KakuHida; ItaSaso y quizás un poco de MaeShizuKin(?) escondido entre líneas.
Por culpa de Viko, ahora no puedo parar de pensar en la “Siguiente Generación de Grandes Criminales”; claramente, la historia se centra en ellos, y un poco más en Kinyami (de nuevo).
Shinjiru
Rió, en un tono tan ligeramente psicótico que la clase se vio interrumpida por un furtivo silencio incomodo. Algunos giraron a mirarla, al final del salón. Su tono infantilmente alterado por algo difícil de explicar había cortado el hilo de la clase de forma un tanto escalofriante. Era difícil admitir que a veces la de cabellos plata pudiese ser tan…tan…
—Kinyami a veces se comporta extraño —murmuró un tono frío y desinteresado, mientras miraba al frente con expresión aburrida, o tal vez ese rostro de “genio”. Como si creyera saberlo todo. La rubia supo enseguida que le hablaba a ella, aunque no la estuviese mirando.
—Ella es extraña —contestó, encogiéndose de hombros. Era verdad, Kinyami era contundentemente extraña,
rara, y a veces había cosas que decía y hacía que
eran tan…que solo ella podría realizar y luego reírse con su tono creepy. Habían días en que ambos Uchiha no podía evitar preguntarse por qué era así, podía que realmente existiese una razón para el inusual comportamiento de la menor.
O simplemente es que ella era así y no había más explicación que esa.
Shizuko miró a Maeko de reojo y miró de nuevo al frente. Tenía razón, como en muchas cosas, Kinyami era simplemente extraña, era
distinta, al igual que la rubia a su lado. Podría que esos adjetivos calificativos, “Inusual” “Fuera de lo común” “distinta” “única”, fuese la razón para que él…ellas dos…
‘Ridículo’
— ¿Hay algo que te cause gracia sobre la lección de hoy, Kinyami? —murmuró la Jounin de largo cabello castaño recogido en una extraña moña ridícula al final, mientras giraba a mirarla con las manos en la cintura.
La de ojos violetas elevó la mirada de su desvencijada mesa, en la parte final del salón. Por alguna extraña razón, su lugar para sentarse estaba en terrible estado, prácticamente deplorable. Como si alguien se dedicase cada día a enterrar armas corto punzantes en la pulida madera repetidas veces. No importaba cuantas veces Aiko-sensei mandase a traer un nuevo escritorio, solo se necesitaba de un día o probablemente menos para que quedase nuevamente hecho un desastre, además lleno de dibujos hechos en crayolas.
—Aiko-sensei dio un número…—murmuró la niña, en su adorable tono de voz—. ¿Podría…podría repetirlo para mí?
La mujer de ojos cafés entrecerró los ojos, mirando a la inocente niña en apariencia.
—He dicho muchos números Kinyami, desde fechas hasta el número de shinobis que han muerto en guerra.
— ¡Eso, eso, Aiko-sensei! —formó una sonrisa, al tiempo que ponía ambos codos sobre la desvencijada mesa y recostaba el rostro sobre los puños cerrados. Algunos niños giraron a mirarla, era casi un imán para incautos cuando actuaba de esa forma—. Los shinobis que murieron en guerra, quisiera saber… ¿Fueron muchos?
—El número exacto es solo una aproximación, pero fueron miles los ninjas que murieron en campos de batalla
y…La risa insana resonó de nuevo en el salón, intensa y borbotante. Como una campanita que sonaba en melodía dulce, pero cuando se tocaba repetidas veces y con fuerza llegaba a herir los oídos y destemplar los dientes. Kinyami se inclinó un poco hacia delante, logrando que su largo cabello se desordenase un poco, al tiempo que seguía riendo. La mitad de los niños que habían girado a mirarla se congelaron en sus lugares. Maeko paró de hacer nubes en su libro de historia, Shizuko regresó la mirada de la ventana hacia la de vestido rosa.
— ¿Cree que hayan sufrido, Aiko-sensei? —Preguntó, dulcemente, entre risas—. Los ninjas… ¿sufrieron al morir? —Formó una sonrisita, soltando la última risa adorable—. ¿Sintieron el dolor, al dejar de respirar? ¿Cuándo la vida…abandonó sus cuerpos?
La mujer se quedó mirando a la niña fijamente, sin responder nada. La clase permaneció en silencio unos segundos, justo antes de que el timbre para salir al receso sonase. Todos empezaron a tomar sus cosas para salir del aula de clases. Aiko giró hacia su escritorio, empezando a ordenar sus libros.
—Esa niña está loca…—cuchicheó una pequeña, empezando a salir del aula con sus amigas.
—Es una demente, ¿escucharon las preguntas que le hizo a Aiko-sensei?
—Debe ser por sus padres…mamá me ha dicho que son una familia extraña…
Maeko giró a mirarlas, echándoles una mirada asesina. ¿Por qué no se metían en sus asuntos? Era verdad que Kinyami era diferente a las demás, era claro que su actitud no era
común ni
normal, pero esa no era razón para estar hablando de su amiga como si…
—Continúa mirando así a la gente y seguro sacarás a relucir el sharingan —comentó una voz a sus espaldas, logrando que diera un pequeño respingo. Le dedicó una mirada al niño, empezando a guardar sus cosas.
—Claro que tendré el sharingan pronto, y será mucho mejor que el tuyo.
Shizuko le dedicó una nueva mirada de desinterés. Puro desinterés fingido.
—Como sea —el azabache giró a mirar a Kinyami, al final del salón. La hija de Hidan y Kakuzu coloreaba su puesto concentrada, mientras tarareaba una cancioncita.
— ¿Aun crees que actúa extraño, eh? —Preguntó Maeko, tras guardar sus cosas y levantarse de su lugar—. He estado pensando el asunto y…
—…
—…creo que entre más extraños sean los integrantes, son más aptos para Akatsuki 2.0*
El de cabello con algunos mechones rojos le dedicó una mirada de cierto escepticismo mezclado con incredulidad. Sus padres le habían contado sobre la organización hecha por Madara y en la cual se habían conocido. Él no había reaccionado así al saberlo, Kinyami no había reaccionado así…pero Maeko…
— ¿Sigues con eso, eh?
— ¡Por supuesto que sigo con eso! —Exclamó la niña, llevándose las manos a la cintura—. ¡Pienso ser la ama del Universo, todo el mundo ninja se arrodillará a mis pies! —gritó, al tiempo que solo quedaban ellos tres en el aula.
Shizuko negó suavemente con la cabeza, girando para empezar a caminar hacia el final del salón, en dirección al lugar donde se sentaba Kinyami. Maeko fue en su misma dirección, pasándolo de largo y llegando junto a la de cabellos platinados. La pequeña llenaba una parte rota de la mesa con lo que parecía una especie de monstruo constituido de cables y una vieja mascara. La madera se quebrara en las esquinas, los clavos estaban sueltos y doblados, las astillas se salían de forma peligrosa.
— ¿Saldremos a jugar, Maeko-chan, Shizuko-kun? —susurró, dejando de colorear por un segundo. A veces, y en aquellos momentos, era en los cuales más de un niño solía acercársele. Tenía un aura de extraña inocencia, como si con una dulce mirada enfundase la ternura suficiente para hacer olvidar su comportamiento extraño. Tal vez su mirada carente de juicio y realidad era lo que atraía a los niños de su clase—. Solo terminaré a bump-chan y podremos ir…
Siguió en su tarea, mientras aún tarareaba la misma cancioncita infantil. Maeko observó distraídamente como con una mano terminaba de hacer a su mascota, mientras con la otra sostenía fuertemente su medallón. Shizuko, observaba más detenidamente esto último. Siempre lo tenía consigo, era un símbolo extraño. Jamás había hecho comentario de ello, pero en realidad se había quedado un par de días hasta tarde en la biblioteca de la academia, buscando su significado.
Nada. Era como si realmente no existiera, no aparecía en ningún libro de texto. Pero debía significar algo…de lo contario…ella no lo llevaría consigo todo el tiempo…no lo tomaría con tanto fervor…
Como si significase algo que ellos no comprendían, y ella supiera de esa ignorancia.
Frunció el ceño levemente, ¿acaso era un secreto que no quería contarles o…quizás un significado oculto…?
Un pequeño ruido llamó la atención de Maeko. El ruido de algo siendo atravesado. Siguió el curso de vaivén que hacía la mano de Kinyami al colorear, más bajo que el sonido que hacía el crayón al ser rozado contra la superficie, podía oírse.
Algo enterrado. Entrecerró los ojos, hasta descubrir como un par de astillas se habían enterrado en el costado de la mano derecha de ella. Y no era como si no lo notara, Kinyami tenía una expresión…como si ella…
‘Lo disfrutara…’
Miró más detenidamente como una de las estillas se enterraba más a fondo en la piel un poco morena de la niña. Kinyami rió en tono suave, sin dejar de colorear. Debía estarle doliendo, así fuese en lo más mínimo… ¿Por qué disfrutar de esa manera? Porque estaba disfrutando, había reído justo en el momento en que se había lastimado. La mesa siempre estaba de esa forma, así que era más que obvio que al escribir o dibujar aquello debía pasar muy seguido. ¿Dañaba el puesto apropósito? ¿Para herirse…a ella misma? ¿Acaso le gustaba?
Pensó en esa palabra por un momento.
‘¿Masoquista?’
— ¿Maeko-chan? —llamó Kinyami, por tercera vez, sacándola de sus pensamientos. Logró ver la incomprensión y un toque de preocupación tras su sonrisa creepy de siempre—. ¿Estás bien?
La artista sacudió la cabeza.
— ¿Tú lo estás?
Kinyami pareció algo confundida por esa pregunta, al igual que Shizuko, quien al parecer no había notado lo mismo que Maeko. Ella rió.
—No entiendo Maeko-chan…tú eres quien parecía distraída…—se incorporó, dejando que su largo vestido rosa llegase hasta el piso. Al hacerlo, la astilla se rompió, quedando enterrada en su mano. Empezó a guardar sus cosas, con la misma sonrisa despistada.
La rubia siguió mirándole. Shizuko, podría que tuviese razón. Se comportaba más extraña de lo
usual. De un tiempo para acá, Kinyami venía actuando de una forma tan…tan anormal. ¿Qué había sucedido para que ella ahora fuese…tan…?
La miró una vez más, parada junto a Shizuko.
—No, olvídalo, no es nada.
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Tras pasar unas cuantas horas más en la academia, la jornada escolar terminó. Todos salieron enseguida, dirigiéndose a sus respectivos hogares. Los tres hijos de los antiguos Akatsuki seguían los tres juntos hasta cierto punto, ya que en un momento dado del camino Kinyami debía tomar otra dirección distinta a la de Shizuko y Maeko. La rubia había estado inusualmente callada, en el chico no era extraño, pero en ella vaya que lo era.
—Kinyami…—empezó Maeko, dispuesta a preguntarle solo que… ¿Cómo debería hacerlo?
La niña sonrió, regresándose.
— ¿Si?
—Quería preguntarte…—empezó, mientras Shizuko empezaba a poner más atención en la conversación. La de cabellos plata
asintió, escuchándola, pero al ir caminando de espaldas lo inminente sucedió.
¡Bam!
—Eh, Kinyami, ¿estás bien? —preguntó el azabache, teniéndole una mano unos segundos después de que esta tropezara y callera de forma estrepitosa al suelo. Suerte que había detenido la caída con las manos. Ella mantenía la cabeza gacha, y su largo cabello caía casi hasta su cintura, impidiendo ver su rostro. Shizuko pensó por un momento que estaba llorando, hasta que esta que Kinyami alzó la cabeza de repente.
Las carajadas agudas resonaron a lo largo del camino por el cual transitaban. Algunos aldeanos a su alrededor giraron a mirarla.
Entre Maeko y Shizuko la levantaron, pues ella no dejaba de reír. ¡Por todos los cielos, acababa de caerse! ¿Qué era lo divertido?
—Kinyami, basta —murmuró Maeko, mirándola—. ¿Qué es tan divertido…?
La niña levantó ambas manos, embarradas de tierra y con un amplio raspón en ambas manos. Además, la mano derecha tenía aún más astillas enterradas, Maeko la miró con incomprensión.
¿Debían reírse con ella o solo mirarla como si fuese una idiota por disfrutar de esa forma del dolor?
La palabra hizo eco en su cabeza de nuevo.
—
Masoquista. —susurró, mirándole con incredulidad. Shizuko abrió levemente los ojos y miró alternativamente a las dos niñas.
Kinyami le dedicó una sonrisa, tras haberla oído perfectamente.
—Gracias, Maeko-chan —se colgó de nuevo su mochila al hombro mientras le miró como si acabase de inventar para ella la más hermosa de las palabras—. ¡Qué dulce en llamarme de ese modo! —canturreó, encantada, justo antes de girarse y empezar a andar por el camino que separa su casa de la de sus amigos. Elevó una mano de las manos lastimadas, despidiéndose, antes de seguir caminando tranquilamente.
Shizuko parecía tan turbado como la misma Maeko por la actitud que acababa de tomar su amiga. ¿Qué demonios…?
—El collar con el medallón —dijo de pronto Shizuko, tras que siguieran su camino a casa.
— ¿Eh? —Maeko le miró, sin entenderle.
—Kinyami empezó a cambiar, a ser más rara de lo usual desde que tiene ese medallón.
La rubia movió su cabellera, dejándola tras su oreja izquierda.
—Pues hay que averiguar qué significa y así~…
—Nada. —cortó sin mucho tacto, mirando hacia el frente.
Maeko le dirigió una mirada algo molesta. Cuando tuviera el sharingan, y aún mejor, el Amaterasu…
—No me interrumpas.
—El collar no significa nada —reiteró, usando un tono de paciencia y desinterés.
— ¿Cómo lo sabes? —En aquel momento, el azabache giró a mirar hacia otro lugar así que la rubia le restó importancia—. Debe significar algo o ella no…no lo usaría siempre…sería estúpido.
—Creo que la ‘madre’ de Maeko también usa uno —murmuró, más cerca de su casa.
— ¿Ah sí? Yo no lo sé…papá me deja ir pocas veces a casa de Kinyami…solo cuando padre lo convence… —susurró haciendo una mueca. Algunas veces, vaya que le gustaría saber cómo hacia su padre para convencer al rubio.
—A mí tampoco me dejan ir muy seguido, pero es solo porque he visto fuera de casa un par de veces a…—trató de hacer memoria del nombre de la ‘madre’ de Kinyami, ese que le había su Otosama el día que le habían contado todo sobre Akatsuki—. …Hidan-san, creo que también tenía un collar como el de Kinyami….
—Bien —Maeko dejó de caminar—. Lo único que tenemos que hacer ahora es averiguar qué significan los collares.
Shizuko se le quedó mirando sin decir nada, por lo cual la infante decidió tomarlo como una afirmativa. Empezó a caminar hacia su casa, la cual veía ya a unos metros de distancia. Shizuko hizo lo mismo, pero la voz de Maeko lo llamó cuando ya se habían alejado.
— ¡Ah, Shizuko, y recuerda…
El niño se regresó al oírla.
—…mantener a tus padres alejados de mi papá!
Entrecerró los ojos y bufó. ¿¡Cuando sería el día en que entendería que ni su Oyaji ni su Otosama estaban interesados en Deidara…!?
—Hmmp.
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Miró con cierto disimulo a su Oyaji, despegando la mirada de sus deberes por un pequeño momento. Sasori tenía poco interés en Akatsuki, poco interés en recordarlo y mucho menos interés en sus ex compañeros. Al parecer, nunca había estado muy vinculado a los otros miembros de la organización. Por lo que su Otosama le contaba, había sido compañero de un tal Orochimaru y luego había sido danna de uno de los padres de Maeko. Le siguió mirando, ¿su padre podría saber algo de…?
—Shizuko, ¿Qué ocurre?
El aludido parpadeó, regresando a la realidad. Sasori le miraba con tranquilidad, dejando de cocinar por un momento. Evito hacer un gesto, ¿Por qué sus dos padres debían ser tan extremadamente persuasivos? Que conveniente sería a veces que alguno de los dos fuera al menos un poco despistado.
—Uhm…Oyaji…—empezó, intentando formular la pregunta en su cabeza antes de decirla.
El marionetista se giró por completo al ver a su hijo, solía ser muy directo al preguntar algo, y por la forma ligeramente nerviosa en cómo estaba actuando era claro que no tenía que ver con una pregunta escolar. Suspiró. Solo esperaba que esas dos amigas que tenía no le hubiesen metido otra inquietud extraña por los comentarios que solían hacer*.
Shizuko seguía devanándose los sesos para preguntarle. Quizás fue un poco tonto, debió esperar a que Itachi estuviera en casa para preguntarle a él. Era simple hablar con ambos, pero todo tema que tuviera que ver con el “pasado” era más fácil tratarlo con el Uchiha.
Sasori hizo un gesto, y justo en aquel momento, la puerta principal de la casa se abrió. Un segundo después, su hijo ya no se encontraba en la cocina. Negó levemente con la cabeza, mientras regresaba a preparar algunos dangos para Itachi y Shizuko, ya que este último había desarrollado el gusto alimenticio vegetariano del Uchiha.
— ¡Otosama! —Itachi cerró la puerta y giro justo en el momento en que Shizuko se abrazaba a él—. ¡Okaeri! —exclamó, mientras hundía el rostro entre las ropas de su padre. El Uchiha mayor formó una sonrisa de lado, colocando una mano sobre el cabello de su hijo*.
— ¿Qué tal la academia hoy, Shizuko? —preguntó, mientras el menor se separaba.
—Fácil.
—Vaya, que modesto —escuchó la voz del pelirrojo, desde el interior de la cocina—. Creo que el gen Uchiha se le ha alborotado a Shizuko.
Itachi rió, en tono bajo mientras Shizuko caminaba de regreso a la cocina, jalándolo consigo.
—No soy orgulloso —protestó el Uchiha menor, entrando a la cocina. Sasori se giró levemente, viendo como su hijo se sentaba de nuevo. En seguida su mirada se encontró con la de Itachi. Una pequeña sonrisa se formó en los labios del pelirrojo, bien, no lo había heredado exactamente de él…—. Y Otosama tampoco.
—No, pero vaya que tienes un tío que si lo es…
Shizuko miró a su padre,…bien. Seguiría preguntando de Sasuke Uchiha en otro momento, ahora tenía que sacar el tema que había dejado inconcluso…con Itachi allí, sería más sencillo.
—Otosama.
Itachi miró hacia él, mientras Sasori dejaba algunos dangos sobre la mesa.
— ¿Si?
Mejor era ser rápido y certero.
— ¿Qué significa el medallón que utiliza Kinyami?
Sasori giró a mirar a Itachi y este le regresó la mirada. Shizuko miró a ambos y se cruzó de brazos. ¡Como odiaba a veces que se parecieran tanto, hasta el punto de casi poder hablar solo mirándose! ¡No era justo! Los “genios” y sus formas de entenderse, vaya cosa.
Finalmente, fue su Otosama el que decidió responder.
—Creo que si de verdad quieres saber, Shizuko, es mejor que ella te lo cuente.
—Pero…Otosama…
— ¿No quedarías más a gusto si ella misma lo responde? —cuestionó Sasori, sentándose frente al menor. El niño asintió. Vaya, ¡los “genios” y sus formas de ser buenos padres que dan buenas lecciones de vida!
Itachi rió, al ver Shizuko asentir, antes de encontrar su mirada de nuevo con la del pelirrojo. Sabía que a él no le gustaba hablar casi del pasado, podía entenderlo mejor que nadie. Sabía lo que era tener un ayer con cicatrices, el dolor de recordar a una familia ahora inexistente. Pero ahora, juntos y con Shizuko, todo era diferente~. Sasori no tardó mucho en regresarle la sonrisa.
—Oyaji —llamó entonces Shizuko. Sasori lo miró enseguida—. El problema es que…no sabemos cómo preguntárselo…Kinyami…actúa extraño, queremos saber por qué.
“Queremos”. Ambos mayores supieron a quien más se refería con ese queremos. Niña, rubia, con la perspectiva artística que antiguamente había tenido el alumno de Sasori y la misma línea hereditaria del antiguo maestro de Itachi.
—Actúa extraño —reiteró Itachi. Si, también había pensando eso de Hidan al verlo por primera vez. Quizás sería mejor contarle, estaban en el mismo equipo. Solo por precaución, debía saber lo que ella posiblemente haría como ataque….
—De acuerdo, Shizuko —dijo Sasori, pensando lo mismo que Itachi en aquel momento—. Hay algo, en lo que cree Hidan y por consiguiente, también cree Kinyami…
Shizuko los miró con interés, al tiempo que el otro Uchiha tomaba la palabra.
—Existe una religión, la cual adora a un dios, llamado Jashin…
Para cuando la larga explicación, llena de preguntas e interrupciones de su parte (lo cual no era común en él), Shizuko no sabía que decir. Ahora, era más que obvia la razón por la cual Kinyami decía o hacía algunas cosas. Ahora entendía porque le había hecho aquellas preguntas a Aiko-sensei, porque reía cada vez que se lastimaba y porqué había tomado la palabra que Maeko le había dicho como un alago. Sacudió la cabeza, incapaz de creer por completo que bajo la dulce y adorable apariencia de Kinyami pudieran esconderse tales creencias religiosas aterradoras y sanguinarias; que en realidad disfrutara y quisiera hacer sacrificios a su Dios cuando aprendiera hacerlo.
Bajó la mirada.
Y lo peor, lo más aterrador de todo, era que tras saber todo ello…aquel sentimiento* no había bajado ni un poco.
‘Ridículo’
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Maeko escuchaba hablar a Shizuko, explicándole con las mismas palabras lo que sus padres le habían dicho la noche anterior al azabache. Desde cierto punto, su cabeza había decidido dejar de escuchar las palabras del Uchiha, y solo algunas se colaban en su cerebro.
“Religión”; “Sacrificio”; “Sangre”; “Jashin”; “Herirse a sí mismos”; “Inmortalidad” y aquella misma palabra que había usado la tarde anterior “Masoquismo”.
Ahora podía entender un poco mejor porqué a último momento Deidara no había dejado que Madara le contase, cuando estaba a punto de hacerlo. Ahora, era fácil entender muchas cosas sobre Kinyami. En verdad…en verdad era
rara y tenía que ver con la creencia religiosa de uno de los de su
familia, pero no de la forma que las molestas chicas del día anterior creían. ¿Kinyami disfrutaba del dolor? ¿Por eso era que ella…las astillas….hacerse daño?
Parpadeó. “Por eso papá no dejo que padre me dijera…por eso muchas veces no me deja ir a dormir a casa de Kinyami…ni ir a jugar…. Por eso las preguntas a Aiko-sensei…su forma de reír cuando alguien es herido…cuando hablan de las muertes en las guerras ninjas…”
— ¡Maeko-chan! ¡Shizuko-kun! —exclamó una dulce voz con trasfondo macabro, tras ellos. Ambos se giraron, viendo como Kinyami se acercaba sonriendo a ambos.
“…aunque, su color de piel no combina con su cabello.” La rubia vio a la menor avanzar hasta quedar a poca distancia de ellos.
Si ella hacía todos esos sacrificios, y disfrutaba de ellos… ¿acaso por eso Deidara no quería que fuese a jugar con ella? ¿Era la misma razón por la cual tampoco dejaban ir a Shizuko a casa de Kinyami tan seguido?
¿Creían que Kinyami los…?
La de largo vestido les sonrió al llegar a su lado, al tiempo que el medallón tintineó y calló con suavidad contra su ropa.
— Bump-chan había tomado mi mochila y no quería dármela hasta que jugara con él —se disculpo, al tiempo que sus ojos violeta a la luz del sol tomaban un color parecido al vino tinto—. Lanzarle la guadaña de Okaasan es muy trabajoso…pero solo así se calma…
Ambos permanecieron en silencio. ¿Alguna vez habría pensando en…? ¿A ellos…? ¿O algún día lo llegaría a hacer?
La sonrisa se perdió por unos segundos.
— ¿Todo está bien? —cuestionó, con cierta preocupación.
Shizuko miró alternativamente a ambas niñas. Suspiró al notar que la conclusión de la noche anterior era correcta. Seguía siendo lo mismo, el mismo patrón de gusto hacia lo inusual y fuera de lo común. No importaba que una tuviese la idea retorcida de conquistar el mundo y otra la creencia religiosa de sacrificar personas a un dios poco creíble. En verdad, ni sabiendo eso cambiaba las cosas.
Maeko siguió mirándola. Finalmente, soltó una risa más baja que la de la inmortal y le tendió una mano a Kinyami, quien la aceptó gustosa, formando su sonrisa de siempre.
—Sí, todo está bien ahora.
Entre más extraños, más aptos para la siguiente gran organización que fundaría. Sabía que su sonrisa era más sincera con ellos, era diferente. Dudaba mucho que siquiera algún día intestase hacerlo…con ellos…
Sonrió. No sabía la razón, pero estaba segura.
De ahora en adelante, solo debían tener cuidado de cuando Kinyami tuviese algún arma corto punzante al alcance.
Fin
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Ending:Lo vi... Lo vi (x3)
Recuperemos ese sueño perdido que antes se miraba inalcanzable
*Guitarras eléctricas y batería*
¡Que el amanecer venga tras un atardecer rojo!
Fin del Ending.
Escrito, y producido por Viko xDDDD*.
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Primer*: Akatsuki 2.0. Maeko sueña con crear la segunda parte de la organización, desde que supo lo de Akatsuki, se hizo su sueño.
Segundo*: Los comentarios que suelen hacer Kinyami y Maeko. Bien, supongo que tendrían que leer mi historial de conversación con Viko para entenderlo. Solo deben imaginarse que al ser niñas hijas del Mpreg (igual que el azabache), hablan de algunas cosas (Yaoi) que a Shizuko poco le importan pero aún así lo dejan con la duda.
Tercer*: Solo para aclarar que la situación en que Itachi llega a la casa y lo abrazan con un “Bienvenido” fue un vil robo de los recuerdos de la infancia que tuvo con Sasuke. Ehm, me supongo que disclaimereo(?) que eso pertenece a Kishi y a los estudios Pierrot.
Cuarto*: Aquel sentimiento. Ahh~, el gusto inusual de Shizuko. Creo que es más que obvio.
Quinto*: ¡El amado Ending de la tercera generación! ¡Les haremos un animé y lo usaremos! xDD
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Notas: No, la verdad no sé exactamente qué ha sido esto. Pero lo fue. La tercera generación es lo mas chachi del mundo, no se podrá negar. Tenía que haber un Shoot que explicara como toman Maeko y Shizuko lo de Kinyami, igual que los habrá para explicar muchas cosas más. Uhm, sé que no hubo mucho MadaDei explicito, pero no sabía bien como meterlo pero,
¡atención! Viko hará un Drabble paralelo al Shoot, explicando como Maeko intenta preguntarles a sus padres el comportamiento de Kinyami.
Creo que es el Shoot más largo que he hecho, ¡todo gracias al apoyo y azotes de Viko! LOL.
No sé qué tal me quedó ese ItaSaso, ¿Muy OoC? Si, lo sabía .____.
Hay más que un poco de MaeShizuKin, y más que solo entre líneas, no se pudo evitar sinceramente.
PDT: Shinjiru ~ Creencia religiosa, en Japonés.